La Gran Sustitución Cultural: lo que no quieren que hablemos
Hay algo que me viene dando vueltas en la cabeza desde hace tiempo. Algo que muchos prefieren callar porque incomoda, porque molesta, porque rompe con ese discurso “correcto” que todo el mundo repite para no tener problemas.
Yo no estoy para eso. Si algo está pasando, hay que decirlo. Y lo que está pasando se llama la gran sustitución cultural.
Puede sonar fuerte, puede sonar exagerado… pero no lo es. Es un proceso real, que se está dando ahora mismo, mientras leés estas líneas. Y lo peor es que no hace falta que nadie invada con ejércitos. Se hace de forma lenta, silenciosa, casi invisible… hasta que un día te das cuenta de que el lugar donde creciste ya no es el mismo.
Cómo se empieza a perder una cultura
Una cultura no muere de un día para el otro. Primero te cambian el idioma, metiendo palabras y conceptos que no son tuyos, y que además llevan detrás una ideología que nunca pediste.
Después, te reescriben la historia para que sientas vergüenza de lo que sos, de tus antepasados, de tus símbolos.
Te dicen que tus héroes fueron villanos, que tu bandera es ofensiva, que tus tradiciones son anticuadas.
Y como la gente no reacciona, siguen con lo siguiente: una inmigración masiva y descontrolada, que no busca integrarse, sino traer su propia cultura y reemplazar la tuya. No hablo de una familia que viene a trabajar y a vivir como uno más. Hablo de cifras tan grandes que, en una sola generación, lo que era tuyo deja de ser mayoritario.
El truco de todo esto
Todo viene disfrazado de buenas intenciones: “diversidad”, “solidaridad”, “progreso”.
Pero si lo mirás de cerca, te das cuenta de que no es tan inocente. Hay un interés detrás:
- Gobiernos que compran votos con subsidios.
- Empresas que quieren consumidores sin raíces, fáciles de manipular.
- Organismos internacionales que sueñan con un mundo sin naciones, sin banderas, sin nada que defender.
Y mientras tanto, el que se anima a decirlo en voz alta es señalado como “extremista” o “xenófobo”. Esa es la forma de callarte.
Lo que nos espera si seguimos así
Si no hacemos nada, dentro de 20 o 30 años vamos a vivir en ciudades irreconocibles.
Las calles ya no tendrán los nombres de siempre, las fiestas de toda la vida desaparecerán y las nuevas generaciones crecerán sin conocer las canciones, los cuentos o las comidas típicas que hoy todavía compartimos.
Van a creer que la historia empezó cuando lo dijo un manual escolar hecho en una oficina de la ONU.
No se trata de odio, se trata de amor
Algunos confunden las cosas. Defender tu cultura no es odiar a nadie. Es amar lo que recibiste y querer dejarlo intacto para los que vienen después.
Eso significa cuidar el idioma, las tradiciones, la historia… y sí, también significa que quien llega debe integrarse, no al revés.
Hoy más que nunca, hay que decirlo claro:
Un pueblo que olvida quién es, está condenado a desaparecer.
Y si nosotros no defendemos lo nuestro, nadie lo va a hacer.